Se cumplirán tres años de sequia y bajante extrema de los ríos Paraná y Paraguay mientras panorama continúa crítico

 El subgerente de Sistemas de Información y Alerta Hidrológico del Instituto Nacional del Agua (INA), ingeniero, Juan Borús, dialogó con Ser Industria e hizo un análisis de la situación que atraviesan los ríos Paraguay y Paraná. También trazó la perspectiva de lo que puede ocurrir en los próximos meses.

En este sentido, sostuvo que el escenario de sequía que estamos viviendo y afecta seriamente la navegación en la Hidrovía, se extendería durante el otoño que inicia en marzo. De esta manera, la crisis hídrica se aproximaría a cumplir un ciclo de tres años, iniciado en junio de 2019.

El especialista señaló también que “la cuenca del río Uruguay está en una condición realmente crítica”, detallando que en enero se alcanzó a la altura de Paso de los Libres el caudal más bajo de la historia. Precisó, asimismo, que las lluvias que actualmente se registran en la alta cuenca de los ríos Paranaíba y Grande, formadores del Paraná, “de ninguna manera” aumentarán el caudal entrante en el territorio argentino.

¿Cuál es la actualidad del caudal en la Hidrovía Paraguay Paraná?

Venimos siguiendo la evolución de las lluvias en general con certeza y seguridad. Desde fines de noviembre advertimos que íbamos a tener un final de primavera y un verano sin sorpresas. Eso significaba una mala noticia y lamentablemente se va confirmando.

 

¿Qué podría haberlos “sorprendido”?

Que lloviera en los lugares que se necesitan para que el Paraguay y el Paraná repunten. Las lluvias que se registraron en las últimas semanas no tienen nada que ver con estos ríos, no han mejorado para nada la situación. Ni el pronóstico meteorológico, ni la tendencia climática en general, que actualmente se extrapoló hasta el 30 de abril, indican la probabilidad medianamente significativa de tener una mejora. Por lo tanto, el escenario de sequía que estamos viviendo, va para cumplir tres años, desde junio del 2019 al 2022. En materia de bajante significativa del Paraná son dos años. Es mucho, porque además serían tres otoños consecutivos con bajos niveles, pensando en la navegación fluvial y en la logística portuaria, en condiciones realmente críticas.

¿No hay ningún factor que habilite el optimismo?

Está todo en niveles muy inferiores, al límite de aguas bajas y obviamente condicionando fuertemente el calado de los buques y la operatoria portuaria. No tenemos muchas razones para ser optimistas. Cada mes se hace una actualización de la tendencia climática, pero se hacen ajustes permanentemente, semana a semana y muchas veces dentro de una misma semana, para ir analizando la evolución de los forzantes climáticos regionales.  No encontramos razones para pensar que algo esté cambiando o mejorando. Ni siquiera las lluvias que se dieron semanas atrás sobre Santa Fe, Entre Ríos, la llanura pampeana, la República Oriental del Uruguay. Esas lluvias responden a un escenario de corto plazo que fue beneficioso para la zona más productiva agrícola argentina, pero en términos de nivel fluvial del río Paraná, tuvieron escaso o nulo efecto. Además, cayeron sobre suelos que tenían una demanda de agua muy grande o sea la condición prevaleciente de déficit. Aportaron a reducir ese déficit, pero de ninguna manera a pasar a valores normales y mucho menos a tener excedentes que vayan al río y mejoren la condición.

¿Cuáles son los pronósticos para el sur de Brasil?

Con Brasil tenemos reuniones periódicas permanentemente. En algún momento, a fines de noviembre, los brasileños pasaron por una especie de alegría. Pensaron que las lluvias se iban a dar. Después se fueron dando cuenta que la evolución no venía así y continuamos con lluvias prevalecientes por debajo de lo normal en gran parte de la Cuenca del Paraguay y prácticamente en toda la del Paraná en Brasil. Está lloviendo ahora en la alta cuenca de los ríos Paranaíba y Grande, que son los formadores del Paraná. Esto, a lo sumo, va a servir es para sostener las reservas en los embalses, pero de ninguna manera ese efecto lo vamos a ver en términos de caudal entrante en el territorio argentino, por lo menos en el corto plazo.

¿Cómo está la Cuenca del río Uruguay?

La cuenca del Uruguay está en una condición realmente crítica. En enero se alcanzó, a la altura de Paso de los Libres. el caudal más bajo de la historia y ha quedado fluctuando en valores muy bajos. El caudal entrante a Salto Grande es del orden de entre 500 y 600 metros cúbicos por segundo. Eso significa, aproximadamente, la quinta o sexta parte del caudal normal que debería entrar a esta altura del año. Como en 2020, vuelven a estar en Río Grande do Sul muchas localidades con la oferta de agua condicionada.

¿Se puede pensar que después de abril comiencen a regularizarse estas vías navegables?

Esta costumbre de hacer las tendencias climáticas de tres meses para adelante, es una muy saludable práctica que se viene haciendo en forma continuada desde hace más de 15 años con reuniones abiertas y la participación cada vez mayor de referentes de las provincias. La visión que tenemos para adelante realmente es muy acertada. Siempre se hace la salvedad de que el clima en la región, tiene una gran variabilidad, potenciada quizás con relación al cambio climático. En principio está claro que hacer una tendencia climática confiable a tres meses para adelante, no siempre es posible. En este caso, me animo a decir que la tendencia establecida en la última reunión hasta el 30 de abril es fuertemente creíble. Eso significa que la Mesopotamia, Formosa, Chaco, Santa Fe y la provincia de Buenos Aires, tendrían lluvias prevalecientes de inferiores a normales o eventualmente normales. Y en las cuencas del Uruguay, del Iguazú, la Alta del Paraná y prácticamente toda la del Paraguay, tendrán lluvias por debajo de lo normal. Lo que se puede decir en forma muy general es que no tendríamos lluvias superiores a las normales, que es lo que necesitamos para que el río reaccione rápido.

Si cayeran lluvias fuertes, la humedad de suelos en las regiones de respuesta sumamente rápida alcanzaría más velozmente una condición normal y tendríamos excedentes que alimentarían a los afluentes y éstos a los grandes ríos para tener una mejora medianamente rápida. Pero como eso en principio no se daría, me animo a decir que todo el otoño todavía estaremos hablando de la bajante del Paraná.

 

Fuente: Ser Industria